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Nissan apuesta por la movilidad eléctrica en Barcelona

La multinacional intensifica su producción en Cataluña mientras la incertidumbre crece entre los trabajadores de Zona Franca y Montcada, de Júlia Bonilla




Nissan Motor Ibérica (NMISA) refuerza su fabricación de vehículos eléctricos en Barcelona. La compañía cerró el ejercicio de 2018 con una producción de 6.000 unidades de su furgoneta 100% eléctrica e-NV200. Esto supone un aumento del 50% en la producción de estos vehículos respecto a la de 2017. Más aún, en el período abril-diciembre de 2018, la producción superó las 5.100 unidades, siendo un 40% más que la completa de 2017. 

El consejero director general de NMISA, Genís Alonso, ha afirmado que “la apuesta de la planta Nissan Motor Ibérica en Barcelona por la furgoneta e-NV200 permite a las operaciones industriales de Nissan en España reforzar la posición de la compañía como fabricante mundial líder en vehículos eléctricos”.

El vicepresidente y conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès, ha visitado de manera oficial las instalaciones de la planta Nissan Motor Ibérica en la Zona Franca de Barcelona y también la línea 2 de la fábrica, donde NMISA fabrica la familia de pick-ups para Nissan, Renault y Daimler. Aragonès ha destacado que la apuesta de la compañía por reforzar la producción de vehículos eléctricos en Barcelona “está en línea con la voluntad del Gobierno catalán de convertir Cataluña en un país atractivo para el coche eléctrico”.

Nissan Motor Ibérica tiene previsto seguir apostando por la movilidad eléctrica en la urbe catalana y “elevar el ritmo de producción” de este vehículo próximamente, por lo que recientemente ha ampliado las instalaciones de su planta en la Zona Franca de Barcelona.

No obstante, los Comités de Empresa de Zona Franca y Montcada en Nissan Motor Ibérica han manifestado su preocupación por “la situación productiva actual de la compañía y la incertidumbre ante el futuro de ambas plantas”. Según advierten en un comunicado oficial, los hechos delatan una política industrial basada en ignorar sus activos y “otorgar la fabricación de los nuevos vehículos eléctricos a otras plantas de la Alianza” (Nissan-Renault), reduciendo la producción de las plantas al 38% de su capacidad.

Ante esta situación, ambos Comités de Empresa exigen a la multinacional “el complimiento de los términos acordados en las diferentes negociaciones, que asuma compromisos industriales concretando la asignación y fabricación de nuevos modelos, que efectúe las inversiones tecnológicas necesarias para mantener la competitividad de las plantas, y que planifique y ponga en marcha una renovación de la plantilla actual, con una edad media ya avanzada, acorde al esfuerzo realizado por ésta durante muchos años”.